lunes, noviembre 19, 2007

MIGRACIÓN

El sueño del "americano"

Cada semana, cientos de personas abordan un avión hacia algún lugar del mundo, algunos van de vacaciones aprovechando sus días libres, otros visitan familiares que hace años planearon su futuro fuera, muchos dejan su país en busca de un sueño, aquel que en su mayoría tiene la bandera estadounidense grabada.


El principal causal para que las personas emigren es el económico, aunque no debemos obviar los motivos personales que en algunos casos obligan a dejar la tierra que nos vio nacer. Aún así, la mayoría de personas emigran buscando el país en donde puedan obtener mayor salario y un mejor nivel de vida.

Personas que debido a la cruda realidad y a la inestabilidad económica por la que atraviesan prefieren dejar todo, inclusos a hijos y esposas, por salir del país en busca del “sueño americano”; aunque hoy, países europeos y hasta sudamericanos, como Argentina o Chile, capaces de cumplir aquel sueño, convirtiéndose en su destino final.

Por esto mismo, en la actualidad, este tipo de migración ocurre desde países menos desarrollados a países más desarrollados y en muchos de los casos estos ingresan o se mantienen de forma ilegal en el país de destino.

Otro factor que no se puede obviar, es aquella inmigración que se da debido a situaciones que obliga a dejar el país de origen, como persecución política, étnica o religiosa o cuando se desea escapar de entornos políticos inestables o, en caso extremo, de guerras; sin embargo, para el peruano este no es el caso.

Pasaporte a la felicidad
Para que cualquier peruano pueda ingresar a otro país es necesario que éste cuente con un pasaporte, los pagos que se requiere hacer para la obtención del mismo, hace un año que disminuyeron, para lo que antes se necesitaban 55 dólares americanos; hoy, sólo bastan 15 dólares más 29 nuevos soles, equivalentes al 83% de una Unidad Impositiva Tributaria (UIT).

Presentar el Documento de Identidad (DNI) es el principal requisito, en caso de menores de edad la partida de nacimiento basta, trámite sencillo y rápido que permite la obtención de aquella libretita marrón, que después pasará lo más difícil: quedarse, como señal de aprobación, en el consulado al que se asista en busca de una visa.

Según datos proporcionados por la Jefatura de Migración de Chiclayo, a diario se expide un promedio de treinta y seis pasaportes, se revalida en promedio nueve documentos. Cantidades que se incrementan en los meses de enero a marzo, llegando a emitirse hasta cien pasaportes por día, considerando el hecho de que incluso para ir a países como Ecuador o Chile, para lo cual tan sólo es necesario el documento de identidad, la ciudadanía gestiona los trámites de obtención del pasaporte, debido a que con éste se amplía la estancia, de una semana a un mes, en dichos países fronterizos.

Lo más difícil
Muchos de los que han pasado por las ventanillas de los consulados saben de sobra cuán difícil es que el cónsul del otro lado del vidrio otorgue la visa, aquella autorización oficial de determinado país que permitirá el futuro ingreso al mismo.

La persona solicitante sufre de una mezcolanza de sentimientos y emociones delante de aquel vidrio, muchos saldrán con el pasaporte en la mano y lágrimas en las mejillas por la negativa; pocos lo harán sonriendo, sin algo más que la cartera o el maletín en mano.

Si se habla específicamente de Estados Unidos, las leyes de inmigración de este país prohíben algunas emisiones de visas a ciertos solicitantes con el propósito de proteger la salud, el bienestar y la seguridad de la nación.

Esto incluye a personas quienes poseen enfermedades como tuberculosis, a aquellos que padecen de desorden mental, a drogadictos, a aquellas que han cometido actos criminales, incluyéndose crímenes que atenten contra la moral y las buenas costumbres, a traficantes de drogas, a prostitutas o proveedores de las mismas, a quienes sean terroristas, subversivos, miembros de algún partido totalitario.

Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde, para quienes crean en su suerte, estará la ya famosa Lotería de Visas (Diversity Immigrant Visa Lottery); ésta, genera una disponibilidad de 55 mil números de visas para inmigrantes al año, sin embargo las personas beneficiarias son de países con bajas tasas de inmigración a Estados Unidos y seleccionadas aleatoriamente.

No todo es color rosa
Para quien emigra en busca de mejor plaza laboral, no sólo tiene que tramitar el pasaporte, conseguir la tan ansiada visa, comprar el pasaje, hacer sus maletas, pagar el impuesto de salida (el cual no pasa de los treinta dólares) y finalmente tomar el vuelo, la aventura en la que éste se embarca recién empieza, una vez que llegue al país elegido deberá integrarse; primero, laboralmente con una legalidad en permisos, identificación, seguridad social y educación; luego culturalmente, aprender el idioma, si este es nuevo y diferente al suyo, y en cualquier caso deberá asumir las nuevas costumbres y formas de vida.

Asimismo, el inmigrante se encontrará con valores totalmente diferentes, como el concepto de amistad, de servicio comunitario, de tiempo libre, de horarios, de comidas, especialmente para los norteños tan acostumbrados a la buena sazón, además de costumbres variadas en cuento a folclore, gustos artísticos, religiosos, políticos, entre otros, que en muchos casos puede ser enriquecedora pero a la vez puede crear conflictos.

Además de la principal problemática que en cada país de diversas razas y costumbres se puede presentar: la discriminación, que puede ser tanto por parte de los nacionales como por parte de otros grupos de emigrantes. Pero para tantos compatriotas que no gozan de la estabilidad laboral de la cual otros disfrutan, estas razones no son impedimento para que desistan de su propósito: salir del país.

Los derechos lo avalan
Muchos de los países desarrollados, incluso algunos subdesarrollados, limitan fuertemente la creciente migración, justificándola económicamente en la competencia desleal que representaría para los ciudadanos una mano de obra a bajos costos y la carga que representarían los inmigrantes a los servicios sociales.

A pesar de las razones alegadas, la política de cierre de fronteras plantea serios problemas de respeto a los derechos humanos. Especialmente, cuando un país pide a otro que no permita la libre salida de sus ciudadanos. En este caso, se produce una clara violación del artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde dice que toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado, así como toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio y a regresar a su país de origen.

Sin embargo, los Derechos Humanos a escala internacional no pueden ir en contra o por encima de los derechos humanos de la población de los países de inmigración. Pensar lo contrario sería inconcebible, sobre todo porque los países receptores de inmigrantes no podrían resolver el problema de la superpoblación, situación que preocupa a más de uno actualmente.

Evidencia de quien ya no está
Empresas encargadas de envíos internacionales de paquetes, documentos o de envío de dinero como Western Union y DHL Express se dedican diariamente a cooperar para que los envíos de compatriotas lleguen de forma rápida a las familias que aguardan la oportunidad de seguirlos o simplemente se contentan con el efectivo recibido.

Según la oficina de DHL en Chiclayo, cuatro familias reciben un sobre diariamente mientras que dos reciben un paquete de forma semanal, envíos que en su mayoría tienen a Estados Unidos y España como países remitentes. Clara evidencia de la cantidad de lambayecanos que estando fuera del país se preocupan por familiares directos o indirectos.

A pesar de la mejoría económica que el país ha experimentado en estos escasos años, muchos son los peruanos que optan por dejar su tierra, costumbres, comida, amigos, familia y demás a cambio del futuro radiante que promete más de uno, pagando amanecidas, sudor y lágrimas a cambio del paquete rotulado como “vida mejor”.

Hasta Pedro Suárez Vertiz inmortalizó el sufrir del compatriota en territorio extranjero en su siempre recordado “Cuando pienses en volver”, bailado, cantado y sonado como el himno de los emigrantes, aquellos que cuando ya no puedan más tan sólo recordarán “trabajas hasta muy tarde no puedes descansar… hijito sigue adelante domina al corazón…” cada día se repetirán.



((Jill Barón Rodríguez - Estudiante IX ciclo Periodismo))
((Expresión Nº 528 - Chiclayo, del 24 al 30 de agosto del 2007))
((Fotografías 1,3,4: Jill Barón - 2: Internet))

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