viernes, diciembre 23, 2011

I wish you a Merry CHRISTMAS


Faltando dos días para Navidad, considerando que esperaré hasta el 25 de diciembre al medio día para comer todo lo que pueda sobrar del banquete de la víspera y entregar (mas no recibir) los pocos regalos que tengo por dar, decía que, faltando dos días, hice los dulces que todo año me proyecto cumplir. 
En esta ocasión le tocó al chocolate. Me provocó hacer una especie de cupcakes de chocolate con baño de glacé, PERO con el calor y la poca predisposición de este clima piurano hice bien en imaginarme que el glacé terminaría chorreado por cuando borde tenga mi pastelito, es decir, por TODO lado. 
Recordé que existe un baño que se endurecía y que, además de ser rico, podía darle el color que se me antoje sin terminar con la cobertura por la cabeza. Cuando ya tenía el baño hecho y separado en bowls para ser teñido me di con la sorpresa que el colorante rojo había pasado a mejor vida: estaba todo seco, mi hermano (futuro ingeniero que en sus momentos felices es "arreglatodofácil") tuvo la genial idea de abrir el frasquito y echarle un poco de agua para "revivirlo"... genial digo porque no se me ocurrió a mí siendo una solución tan simple, cosas que pasan. 
El tercer inconveniente llegó cuando me di cuenta que por más que intente ser dotada para el arte soy una completa inútil para dibujar y pintar (el talento no lo compartió mi mamá al engendrarme) y los árboles de Navidad salían como hojas chuecas de mala hierba ^.^ aquí mi salvavidas fue mi hermana (futura manager que cuando tiene ganas es "arreglatodofácil") recomendándome que pinte cada uno de un solo color y lo "chispée" de colores. 
Y es así, señores, que tras varias horas dedicadas al arte de pintar y chispear el resultado fue este:









Y para quienes se preguntan cómo lo hice, me convierto en utilísima y les dejo la receta de los cupcakes y del baño:

Cupcakes:
Cernir tres veces harina (3 tzas), cocoa (1 tza), sal (1 cdta), y bicarbonato de soda (2½ cdtas).
Agregar aceite (1 1/3 tza)
Aparte, mezclar leche fresca (2 tzas) con vinagre blanco (2 cdas) y vainilla (2 cdas) una vez mezclado esto se agrega a la mezcla anterior.
Batir ligeramente 3 huevos y agregarlo a la mezcla
Terminar agregando azúcar (2 ¼ tzas).
Poner los pirotines en los moldes redonditos y se echa en la mezcla en cada uno.
Llevar al horno (a 200°) durante 20 minutos.

Baño:
Mezclar ¼ tza de mantequilla (casi derretida) con 3 tzas de azúcar impalpable, 3 a 4 cdtas de leche y ½ cdta de vainilla. Se mezcla todo bien, desapareciendo los grumos, se separa en bowls para hacer diferentes colores (un par de gotas de cada colorante basta) y listo el pollo, mejor dicho, el baño :D




Navidad es más que una cena rodeados de quien más se quiere (o se tiene), es más que un regalo hecho con amor, es más que villancicos a viva voz. Navidad es Jesús y nada más que Jesús. Que Él sea el príncipe azul de nuestros sueños. El amor de nuestra vida. La razón de nuestro ser. El más más de la semana ;D Que Él presida nuestro banquete, more en nuestro hogar y lata cada segundo en nuestro corazón. 


FELIZ NAVIDAD para TODOS.


Una VIDA hecha LIBRO - Parte III





3. LA INTRÉPIDA RESCATADORA. 
La vida de Amy Carmichael  (1868 – 1951)
–Janet & Geoff Benge


La vida de Amy estuvo marcada por una obediencia sencilla, resuelta a Dios, sin importar las circunstancias ni las consecuencias. Su historia y su legado son recordatorios asombrosos del impacto que provoca la persona que teme a Dios y a ningún otro. Movida por el amor y la compasión, y sostenida por la fe y la determinación, Amy desafió las crueles barreras del sistema de castas de la India. La historia de esta mujer norirlandesa es un ejemplo resplandeciente, deslumbrante, del amor de Dios, generosamente derramado sobre “los más pequeños de entre nosotros”.


En 1882, Amy Camichael asistía a un internado de niñas de buena familia, lugar desde donde siempre demostró esa chispa traviesa y aventurera que ya guardaba dentro. En una ocasión las niñas sabían de la llegada de un cometa, el que deseaban ver pasar por el cielo. Amy fue la elegida para pedirle permiso a la directora pero esta no se los da puesto que pasará muy tarde. Amy idea un plan para escaparse del dormitorio a la medianoche, la directora las descubre y castiga a Amy. En noviembre de ese mismo año ella y sus hermanos tienen que dejar sus colegios debido a que su padre ya no tiene suficiente dinero por culpa de unos malos negocios. Por esta razón se mudan a otra ciudad (Belfast). Al tiempo su padre muere y ella tiene que cuidar de sus hermanos pequeños. En una ocasión ayudan a una pobre anciana al salir de la iglesia. Amy oye la voz de Dios diciéndole: “Oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca… el fuego pondrá de manifiesto qué clase de obra hizo cada uno. Si la obra que un hombre puso sobre un fundamento se sostiene, recibirá su recompensa”. Amy no siente vergüenza de ayudar a la anciana delante de la demás gente. Crea también el “Club Vigilia Matutina” que reunía a los niños interesados en saber de Jesús todos los sábados en la mañana. Con el padre de una amiga empieza a ir a los suburbios pobres a llevar pan y folletos en esa ocasión ve a unas mujeres cubiertas por un chal conocidas como “las del chal” quienes trabajaban doce horas en telares de lino, con ellas inicia reuniones los domingos en la mañana en las instalaciones de la iglesia, acción que a los feligreses no les gustó. Durante este tiempo se hace amiga de Kate Mitchell (a quien la dejaría como presidenta tiempo después) quien dona el dinero suficiente para comprar el terreno y construir el centro de reuniones para las del chal, el que llaman “La Bienvenida” conocida por la gente como el “Tabernáculo de Hojalata”. Su madre recibe una oferta de trabajo en Inglaterra a donde se tienen que mudar Amy y Ethel, su hermana, con ella. Norman y Ernest emigran a América del Norte, Walter luego iría a América del Sur, Alfred a Canadá y Eva se queda con otros familiares. De esta manera los siete hermanos se separarían.

En Inglaterra, Amy trabaja en junto a su madre pero no acepta vivir con ella y Ethel en la casita que les daba la fábrica, más bien alquila un cuarto en un barrio pobre para poder evangelizar en esas zonas. En 1890 cae enferma, tiene que cambiar de clima. Robert Wilson, amigo de la familia, la invita a su mansión conocida como la Grange. Allí Amy mejoró y ayudó a Wilson con reuniones evangelísticas, estudios de oración, conferencias, entre otras cosas. Tras un año, recuerda a Hudson Taylor y su labor en la Misión al Interior de la China a quien había oído hablar sobre los casi cuatro mil chinos que morían cada hora sin escuchar el evangelio. En 1982 Amy se incorpora a esta Misión pero el médico le dice que por su débil salud no podía ir a China. Amy estaba segura de que otro sería el lugar a donde iría.

Amy regresa a la Grange con su padre adoptivo Robert Wilson en donde siente el llamado a Japón. Wilson le escribe a Barclay Buxton para pedirle que reciba a Amy. Ella llegó a Japón tras un viaje lleno de incomodidades y tras un tifón que azotó las costas japonesas. Es recibida en casa de unos misioneros en donde espera a quien Buxton había enviado por ella. Con esta persona que la recoge, llega a Matsuye el 1 de mayo de 1893. Viviendo con los Buxton tuvo una intérprete que le enseñaba el idioma. Decidió, también, cambiar los trajes ingleses por los kimonos así la gente no se distraía con su atuendo inglés. Amy visitaba Hirose donde habían convertidos pero también se fue poniendo enferma. El médico diagnosticó que padecía de “Cabeza japonesa”. Tras 15 meses en Japón partió a Shangai para recuperarse y ahí decidió ir a Colombo, Ceilán. Una vez allí el médico le dijo que sufría de “fatiga cerebral”, al mismo tiempo llegó una carta de William Wilson pidiéndole que regrese pues su padre quería verla. Amy llegó un mes después a la Grange gravemente enferma y allí permaneció haciendo compañía a Wilson quien mejoró con su presencia y la animó a escribir un libro, el que tituló “Desde la tierra del sol naciente”. Poco después una amiga, enfermera en Bangalore, India, la invita para allá. Amy enrumbó hacia la India sin imaginar que sería su último viaje y que nunca regresaría a Inglaterra.

Amy llegó a Madrás, India, en donde permaneció tres semanas en casa del Sr. Arden, Secretario de la Sociedad Misionera de la Iglesia. De ahí tomó el tren a Bangalore, pero llegó enferma al grado que fue internada en el hospital al que fue a servir. En Bangalore, Amy experimentó el desaliento de los otros misioneros ante lo difícil que era convertir a los hindúes al cristianismo por causa de las castas que regía su sociedad. Amy estaba decidida a pedirle a Dios que cambie esa situación. Los misioneros, junto a Amy, se trasladaron a un poblado llamado Kotagiri para pasar allí las vacaciones. Amy no entendía cómo estos trataban a los criados en vez de ser los primeros que desistieran del “uso” de ellos. Amy creía que “haciéndose nativa”, es decir, yendo a vivir con las familias nativas podría compartir el mensaje de Dios. Un día de esos asistió a la conferencia de Thomas Walter, un joven de 36 años con un mensaje “electrizante”. Amy le confió su plan y él le hizo una propuesta: mudarse con él y su esposa y así aprender el idioma tamil y trabajar en la misión conjuntamente. Hasta ellos llegó una niña hindú, alegando querer ser cristiana. Para salvarla de la furia de su casta, Amy llevó a la muchacha a otro poblado con otra misionera, la que descubrió que todo había sido un engaño, pues esta chica no quería ser cristiana si no ser llevada lejos por los cristianos para poder casarse con un chico de otra casta. Este engaño no sería el único con el que Amy se toparía en el resto de su vida.

En los años siguientes, llegaron donde Amy varias mujeres más. Ponnammal fue la primera, era viuda de veintitrés años a quien su suegro la trataba como a su criada, el pastor de la iglesia, Iyer Walker (como era llamado Thomas) y Amy persuadieron al suegro para que dejara que la mujer trabajara con Amy. Poco después llegó Sellamutthu de quien su familia se alegró de deshacerse pues ella tenía solo un brazo y siempre sería una carga para ellos. Llegó también Marial, a quien su esposo le dio permiso de colaborar con Amy, cosa rara en un hombre indio, pero él también se les unió como cocinero. Así formó un pequeño grupo, al que llamaron Grupo Estelar, de mujeres indias dispuestas a abandonar sus tradiciones culturales y a predicar el mensaje del evangelio. A menudo una mujer o un grupo de mujeres se acercaban y les hacían preguntas. Luego se unió a ellas Blessing, también viuda. Era normal pagar a los obreros un jornal diario (batta). Después de su primer viaje misionero, Amy les pagó a las mujeres su batta pero estas se lo devolvieron alegando que no necesitaban dinero y preferían que sea gastado en la obra de Dios.

En Lago Grande, la misión tenía una escuela, allí asistía una niña que recibió una Biblia, la que leía y se hizo cristiana en secreto, tres años después cuando terminó sus estudios se quedó en casa, una noche se despertó y escapó para unirse al Grupo Estelar. Esto enfureció a sus padres quienes la fueron a buscar. Como ya era mayor de edad (16 años) la niña juramentó ante el guardián de la localidad que quería quedarse con Amy, a pesar de la legalidad de su decisión sus familiares quemaron la casa del director de la escuela y obligaron a los maestros a marcharse de Lago Grande. Una mañana el grupo se hallaba en una aldea cuando una niña de once años se les acercó, se llamaba Arulai, al escuchar a una de las mujeres decir “Yo era un león y Dios me transformó en un cordero” supo que este Dios le daría solución a su mal carácter, al volver a su casa y desde ese momento siempre insistía en irse con la “ladrona de niños”: Amy. De esta manera Amy se fue ganando la reputación de “Amma (madre) arrebata niños”. Ocho meses después Arulai reapareció en casa de Amy en Pannaivilai pero muy enferma, su padre fue para recogerla y al ver el amor que ponía Amy en el cuidado de Arulai permitió que se quedara con ella aún hasta después de su recuperación.

Para este momento, Amy ya había escrito su segundo libro a pedido del comité de Keswick (el que la financiaba en India) pero la cruda realidad de este no le pareció apropiado al comité por lo que le pidieron que lo “suavice”, Amy se negó a hacerlo pues lo que había escrito era la triste, pero también esperanzadora, realidad de la India por lo que lo archivó. Tiempo desués de aquello, llegaron dos amigas suyas que al ver la realidad de las castas indias le pidieron a Amy que escribiera todo aquello para que en Inglaterra sepan lo que sucedía en la joya de la corona, como se llamaba a India. Amy les mostró el manuscrito de “Las cosas como son” su libro otrora rechazado. «Debieron ser dos mujeres tenaces (estas dos amigas) porque, poco después de su regreso a la metrópoli se publicó el libro … incluyendo algunas fotos que Ella (Crossley) tomara durante su visita».

En marzo de 1902, Preena, una niña de siete años, que vivía en el templo hindú de Lago Grande esperando tener edad para convertirse en prostituta se escapó de este lugar en pos de Amma. Había oído de ella con el fin de atemorizarla pero, al contrario, deseaba huir para que ella le de refugio, no quería ser casada con un dios hindú. Al llegar a la iglesia se encontró con una mujer cristiana que llevó a Preena a su casa para esperar que amanezca y devolverla al templo hindú. Preena insistió toda la noche en ver a Amma, la mujer cansada de la insistencia la llevó a la casa donde vivía el Grupo Estelar que en ese momento creía de viaje. Allí encontraron a Amy. Preena se abrazó a ella negándose a soltarse ante las mujeres del templo que llegaron a llevársela, dijeron que volverían con la madre de la niña pero esta nunca se apareció. Así recibió Amy una niña de siete años para cuidar y amar.

Amy no quería ser una madre con los pies atados, pero para junio de 1902 ya era Amma de ocho niñitas. Contrario a lo que pensaba, sus pies no estaban atados, las llevaba consigo a donde quiera que ella fuera. Durante uno de estos viajes Arulai se enfermó de neumonía y Amy supo que debían establecerse en un lugar fijo pues acampando al borde de los caminos tenían mayor riesgo de sufrir robos o palizas. También necesitaban una casa más grande.
En Dohnavur, los estudiantes de la Biblia necesitaban un maestro permanente (le misionero encargado hasta ese momento había viajado, sin retorno, a Australia), la Sociedad Misionera de la Iglesia le pidió a Iyer Walker que se hiciera cargo. Él invitó a Amy y a todo el Grupo Estelar a trasladarse con él y su esposa. Ellas se instalaron en la cabaña grande. En noviembre de 1903, Iyer Walker tuvo que llevar a su esposa a Inglaterra para que se recuperara de su grave enfermedad, dejando a Amy a cargo de todo el ministerio.

Amy envió cartas por toda la India para decirles a los pastores y misioneros cristianos que si rescataban a niñas de los templos, ella les daría refugio. En 1904, llegó una recién nacida a quien llamó Amatista, la siguió otra niña a quien llamaron Zafiro. Para junio Amy tenía diecisiete niñas a su cargo, seis rescatadas de templos hindúes. «Lentamente, el Grupo Estelar llegó a comprender que el verdadero amor significaba servir a otros, aunque estos fueran bebés que lloraran de noche e hicieron travesuras de día».

En una ocasión, cuando había llevado a las niñas mayores a Ooty (un poblado propicio para descansar), Amy sintió la necesidad de una guardería. Al cabo de una hora llegó una carta con una donación que cubriría el costo de los adobes. Y cuando llegó a casa la esperaba otro cheque “para la guardería”. Todo esto sin habérselo contado aún a nadie. Con la construcción avanzada, regresó Iyer Walker sin su esposa, la que aún mejorando no podía viajar, pero con la madre de Amy. A pesar de contar con los consejos de su madre, Amy perdió a Amatista y a otra niña recién llegada quienes se enfermaron y murieron. Tuvieron que separar terreno para hacer un cementerio el que llamaron Jardín de Dios. Tiempo después, Zafiro, la niña favorita de las demás, también murió. Poco después, Amy tuvo que ser consolada de nuevo, su querido Robert Wilson falleció el 19 de junio de 1905.

En marzo de 1909, Amy recibió a Muttamal, su madre la dejó a su cuidado alegando que el abuelo de la niña quería casarla con un anciano de la familia para que su herencia (de millones) no se perdiera. Amy se enteró después que la madre de la niña eran igual de codiciosa, no quería que esta se casara para quedarse ella con la herencia. Iyer Walker, al conocer la historia, le dijo a Amy que era mejor protegerse legalmente hablando con el magistrado de la localidad. Este le dijo que no había nada que él pudiera hacer, pues la India tenía sus propios y extraños códigos que escapaban de la política del imperio británico. Muttamal fue secuestrada por la familia de su padre, su madre acudió al juez pero este le dio la custodia temporal a Amy. Luego de un largo litigio, el juez regresó la custodia a la madre, la niña debía volver con esta en unos días, y le ordenó a Amy correr con los gastos del abogado contrario. Amy no sintió desesperanza. La noche que esperaba el tren para reunirse con su abogado con quien apelarían, Iyer le avisó que Muttamal había desaparecido de Dohnavur. Siete meses después, en octubre de 1911, recibió una carta escrita por la niña, ahí le relataba cómo había podido huir, disfrazada de musulmán, con ayuda de una cadena de cristianos la niña llegó a Colombo, Ceilán. Luego otro inglés la llevó hasta Malaya, Singapur y Hong Kong. La embarcó hasta Nanning, allí fue recibida por un matrimonio misionero americano donde se hallaba segura y contenta.  

Thomas “Iyer” Walker murió a fines de agosto de 1912, a los cincuenta y dos años, envenenado. Amy se sintió aturdida, tenía que asimilar la pérdida de su amigo querido y también encargarse de avisarle a su esposa, en Inglaterra, quien seguía muy enferma. Al enterarse de la muerte de Walke, Agnes y Edith Naish, hermanas misioneras, acudieron a la ayuda de Amy, aliviando así la carga de atender la escuela de niñas. Las noticias tristes llegaron casi un año después, el 14 de julio de 1913 murió la madre de Amy en Inglaterra. Y el 26 de agosto de 1915 murió Ponnammal, victima de un rebrote de cáncer.

En 1918, llegó el momento para Amy de aceptar niños varones. Con la llegada de un pequeño envuelto en pañales que parecía una niña y que al ser cambiado descubrieron que era un varoncito. Amy oró a Dios para que le mostrara si era indicado edificar una guardería de niños. Sintió que debía pedir a Dios la suma de cien libras para empezar a construir. El dinero había llegado esa misma noche, según se enteraron a la mañana siguiente.

En 1926, ocho años después, llegaron a tener ochenta niños de entre recién nacidos y catorce años. Amy oraba por la llegada de más hombres que ayudaran con la tarea de cuidar a estos niños. De ese modo llegaron los hermanos Murray y Godfrey Webb-People. El doctor Murray trabajaba en una cabaña de adobe llamada suha vasal (Puerta de salud). Amy oró por el dinero necesario para la construcción de un hospital, pero en vez de llegar dinero para este fin llegaba destinado a una “Casa de Oración”. Dios le indicó que una vez construida la casa de oración él proveería el dinero para el hospital. En noviembre de 1927, se terminó por fin la casa de oración y en junio de 1928 se empezó a recibir el dinero para el hospital, el que se construyó como Amy lo tenía planeado.

Amy continuó escribiendo, le encantaba relatar las historias de las personas que trabajaban con ella. Escribió dos libros: La vida de Walker de Tinnenvelly y La vida de Ponnammal. En 1931, a los sesenta y tres años, Amy sufrió una caída que la dejó con una pierna rota y un tobillo torcido, además de problemas en la columna que a la larga la dejarían inválida. Ni siquiera el estar en cama le impidió seguir escribiendo. Escribió la historia de Dohnavur, libro que llamó “Cordón de oro”. Su pluma fluyó en montones de canciones, poemas, cartas y otros  treces libros. Uno de ellos relata la historia de Arulai (“Bajo el arado”) la que enfermó al mismo tiempo que Amy quedó inválida., muriendo en mayo de 1939.

Dios le había prometido, hace más de cincuenta años, que aunque no se casara, nunca estaría sola. Nunca lo estuvo, fue la madre de cientos de niñas y niños, y amiga para muchos. Se reencontró con sus “hijas” en el cielo el 18 de enero de 1951. Amy Wilson Carmichael fue enterrada en el Jardín de Dios, bajo un tamarindo en Dohnavur, su tumba no fue marcada con una lápida tal como ella lo había pedido, pero su familia colocó una fuente para pájaros con una palabra labrada: Amma.