miércoles, noviembre 14, 2007

DÍA DEL NO FUMADOR

Bocanadas de humo que matan


No sólo la ley 25357 limita a cientos de fumadores que ‘mueren’ por saciar su adicción en lugares públicos, sino también las personas, aquellos fumadores pasivos que, ante el primer indicio de que alguien encenderá un cigarrillo, alzan su voz de protesta aumentando satisfactoriamente los años de vida del fumador y de ellos mismos.

Un fumador pasivo expuesto al humo de tabaco durante una hora, inhala una cantidad equivalente a dos ó tres cigarrillos y tiene un riesgo de 30% más que una persona no fumadora de padecer una enfermedad coronaria o cáncer de pulmón.

“Me enerva tener que apagar un ‘pucho’ porque a alguien le molesta, pero soy yo quien le pide que me espere, aunque hay personas que insisten y no queda de otra”, se queja Javier, adulto de treinta y cinto años que desde los catorce fuma y lo seguirá haciendo “hasta la muerte”, como él mismo lo proclama.

Pero ¿cuán cierto es esto?, el consumo de tabaco, por muy placentero que signifique contribuye a originar bronquitis crónica y asma, cáncer de vejiga, impotencia e infertilidad en los hombres, cáncer de cuello de útero, malformaciones congénitas y abortos espontáneos en las mujeres, irritación de las mucosas, cáncer de laringe, enfermedades cardiovasculares y sobre todo el humo de tabaco se ha reconocido como el causante de cáncer de pulmón, enfermedad tan común en los últimos años.

Es por ello que en 1989, la Asamblea Mundial de la Salud designó al 31 de mayo como el Día del No Fumador, Día Mundial Sin Tabaco (DMST), para alentar a los fumadores a dejar de fumar y para incrementar el conocimiento del público sobre el impacto que tiene el tabaco en la salud.

Se estima que en un país de diez millones de habitantes se producen dos mil defunciones de no fumadores por la exposición al aire contaminado por humo de tabaco; sin embargo, en el Perú no existe un registro detallado de la mortalidad asociada a tabaquismo, aunque se prevé que anualmente mueren nueve mil peruanos a consecuencia del tabaco.

“Soy conciente de las enfermedades que puede desencadenar mi adicción”, cuenta Arturo de veintitrés años, fumador insaciable que por motivos de salud dejó la adicción de lado, aunque el retiro le duró tan sólo tres meses, “ojala algún dia pueda dejarlo del todo... es un vicio, los vicios traen consecuencias malas a la larga. Con el cigarro te mueres, es un riesgo, pienso como la mayoría de personas que cuando les pasa algo de verdad muy fuerte, dejan de hacer lo que les hace daño. Dios no lo quiera” seguro de que su placer puede llevarlo a la muerte.

Según la II Encuesta Nacional sobre Prevención y Consumo de Drogas, realizada en el Perú por la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA), el consumo de tabaco es después del alcohol, la segunda droga más consumida por la población peruana. Poco más de 8 millones de peruanos -8'285,781- han consumido tabaco alguna vez en su vida y aproximadamente medio millón de compatriotas -496,524- son dependientes de esta droga, siendo los hombres los principales consumidores.

Arturo ha dejado el cigarro por temporadas que para él no son excesivamente largas. “Cuando estuve mal del corazón no fumé por tres meses, pero tener amigos fumadores afecta mucho, también cuando estoy enfermo de la garganta (dolencia de la que sufro) lo dejo por semanas, y normal no siento ansias”.

Este joven de mirada perdida fuma entre cinco a una cajetilla de cigarros, dependiendo de si para él es un día ‘agitado’. “Soy un fumador totalmente social, sólo fumo cuando estoy con gente, mientras más gente más conversación y mientras más conversación más cigarros”. Muchos se preguntarán qué fuerza intrínseca o extrínseca convierte a los jóvenes en asiduos consumidores de marcas tan variadas, pero que en suma otorgan lo mismo: enfermedades respiratorias o reproductivas.

La verdad científica
Al fumar, la nicotina entra a la sangre a través de los pulmones y alcanza el sistema nervioso en tan solo siete segundos; esta misma actúa sobre los receptores de dopamina del cerebro, las arterias, las venas se constriñen, por lo que se eleva la presión sanguínea y se acelera el ritmo cardíaco.

Pero esto optan por ignorarlo, Arturo fuma porque el cigarrillo lo “tranquiliza”, especialmente aquellos días agitados. “No puedo fumar si estoy apurado, si le doy tiempo a un cigarro, es un tiempito tranquilo, sin moverme mucho”

Los estudios estadísticos reportan fuertes asociaciones entre el fumar y cáncer del pulmón, llegando a la conclusión de que fumar es una causa importante del cáncer del pulmón. La estadística reporta una incidencia más alta de cáncer del pulmón en grupos que fuman por más años, fuman más cigarrillos por día, y cigarrillos sin filtro en vez de con filtro. Algunos han estimado que alrededor del diez por ciento de fuertes fumadores durante el curso de sus vidas contraen cáncer del pulmón; y que de los que contraen cáncer del pulmón, alrededor del noventa por ciento son fumadores. También se han identificado otros factores de riesgos para contraer cáncer del pulmón, pero son casi invariablemente de menor importancia estadística que el fumar.

Alberto es otro joven muchacho que con veintiún años de existencia fuma desde los quince. El hecho de posibles consecuencias pulmonares no le incomoda en lo más mínimo, “¿qué voy a hacer?, me atengo a las consecuencias, si me toca me toca, no le tengo miedo a la muerte”, contesta reciamente, sin medir la magnitud de sus palabras, aunque sería bueno repetir aquella pregunta veinte años después para constatar si piensa lo mismo acerca de la relación cigarrillos – muerte.

Alberto fuma cuatro cigarros diarios, mientras medita o espera algún turno, el alivio que siente acompañado por el placer de cada bocanada, según asegura, no se lo dará nadie más “el alivio que siento es producto de la provocación que me da por fumar minutos antes” cuenta animadamente. Tal parece que su verdadero amor es el cigarro, tan fino, suave y enteramente a su disposición como ningún otro vicio.

No todos los jóvenes piensan como Alberto, Arturo o Javier, hay quienes por motivos de salud optan por abstenerse, tal es el caso de José quien sufre de sinusitis y constantes alergias que le impiden siquiera acompañar a un fumador. “Me molesta que fumen cerca de mí, aunque un par de veces al mes caigo en la tentación”, cuenta algo avergonzado por no respetar las prohibiciones, y de esto entiende muy bien Arturo, quien luego de los prolongados recesos “sin-cigarro” que se auto designa, siempre caerá ante su adicción. “Ver fumar a mis amigos no me contagia, pero ver el cigarro sí, me provoca fumar nuevamente y sin restricciones cedo”

El cigarro otorga a sus consumidores alteraciones en la sangre y corazón, por este motivo para que el cuerpo se estabilice luego de cada cigarro tienen que pasar veinte minutos, recién ahí se efectuará la normalización de los niveles de presión sanguínea y pulso, a las cuarenta y ocho horas mejora el olfato y el gusto, disminuye el riesgo de ataque al corazón; pasados uno y nueve meses la tos desaparece, acompañada de congestiones, fatiga y dificultades respiratorias. Cumplido un año de no fumar bajará a la mitad el riesgo de cáncer de pulmón, laringe y esófago, es por esto que el riesgo de ataque cardiaco es similar al de quien nunca ha fumado. A penas a los diez años se reduce el riesgo de cáncer de pulmón, de boca, páncreas y esófago, siendo similar al de los no fumadores debido a que las células precancerosas son remplazadas.

Absurdos mitos
Los mitos que giran alrededor del cigarro son muchos, van desde los que relacionan el fumar con belleza y estilo hasta los que consideran al cigarro como aquel calentador en épocas de frío, especialmente en invierno.

Sobre esto último, muchos de los asiduos consumidores de tabaco aseguran que ya sea verano, primavera, invierno u otoño el cigarro sabe igual, se siente igual y es igual.

Arturo lo relaciona de manera más cómica. “En realidad el cigarro no hace que aumente el calor corporal, eso es mentira, porque si no todos los esquimales serían fumadores compulsivos”, dice al tiempo que rompe en carcajadas.

El cigarro es una necesidad para los jóvenes y adultos, hombres y mujeres que hacen de este su hábito y adicción, para ellos dejarlo nunca será fácil, aún así al pasar la lista de los casos de cáncer, Dios no quiera, que sus nombres se oigan llamar.


Cinco mitos del tabaco
Mito: “Los cigarrillos ‘light’ no hacen daño, no son cancerígenos”
Verdad: Los cigarrillos bajos en nicotina y alquitrán tan sólo son menos nocivos.

M: “El tabaco me tranquiliza”
V: Esa ‘tranquilidad’ es debida a la acción central del tabaco, pero desaparece cuando los niveles de nicotina en la sangre disminuyen y dan paso al síndrome de abstinencia.

M: “Los efectos del humo en el no fumador no pasan de molestarle los ojos y la garganta. El alquitrán sólo afecta al fumador activo.”
V: Los no fumadores que conviven con fumadores tienen un riesgo de contraer cáncer de pulmón mayor que los que no viven o trabajan con fumadores. Esto es debido a la mayor toxicidad del humo procedente de la combustión del tabaco cuando se quema lentamente en el cenicero. El alquitrán forma parte de la fase particulada del humo, y es respirado no sólo por el fumador activo sino también por el pasivo.

M: “El fumar se relaciona con una mujer independiente sofisticada y bella”.
V: Los cigarrillos manchan los dientes, arrugan la piel, generan mal aliento y destruyen la capacidad aeróbica que una mujer fuerte y saludable necesita; además, ¿qué tan independiente puede ser una persona que depende de un vicio?

M: “He conocido a muchos fumadores que no han estado nunca enfermos.
Conozco personas mayores que fuman mucho y están muy bien.”
V: Seguramente usted piensa en algún anciano que haya fumado toda la vida y esté bien. Observe su calidad de vida y no olvide que Ud. sólo ve a los que llegan a vivir más, a los que han muerto a causa del tabaco no los ve envejecer.




((Jill Barón Rodríguez - Estudiante VIII ciclo Periodismo))
((Expresión Nº 516 - Chiclayo, del 25 al 31 de mayo del 2007))

((Fotografías: Jill Barón))

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