domingo, agosto 02, 2009

Mi regalo

[A mi amiga con cariño]
Nuestra querida Cristina nació un nublado 2 de agosto de… ¡ALTO!
Esto no es una cursi y aburrida biografía de anuario escolar. No querida amiga. Esta es la más sencilla manera de recorrer nuestras memorias en función de tus años. Esos años que hoy celebras y de los que no te avergüenzas. Esos años que te han enseñado mucho más que una clase universitaria, en los que aprendiste a caminar por diversión, a hablar por necesidad, a leer por curiosidad, a contar por orgullo, a sumar por ambición, a restar por dolor, a escuchar por voluntad, a bailar por regocijo, a soñar por ilusión, a besar por explorar, a vivir por puro gusto y a disfrutar de cada 365 días nuevos sin temor a las arrugas, a las patas de gallo o a las líneas de expresión.

Este es mi regalo desde la distancia, desde aquí te lo envío gracias al único que, en oportunidades como esta, me salva. Porque ya no tengo más sede en tu ciudad, ni un mensajero desinteresado ni un delivery gracias a alguna tarjeta plástica, la única que tengo no es visa y mentira que para todo lo demás existe mastercard, a la hora de la hora sales más endeudada que ni esta te salva.

Te recuerdo delgada, callada y un poco tímida. Te recuerdo sincera, fresca y parlanchina solo entre chicas. Te recuerdo misteriosa, no muy alta pero sí rubia. Te recuerdo burlona, rajona y muchísimas veces esto sí es divertido. Te recuerdo invitándome papita a la huancaína, pidiéndome un sorbo de gaseosa o contándome la última noticia.

Recuerdo un suspiro disimulado acompañado por la mejor cara de ñosa ante la desatenta presencia de un “apapachador” amigo que, debo confesar, estaba (en sus épocas mozas) más bueno que el pan con palta.

Recuerdo una botella –ajena- de mexicanísimo tequila vaciada por completo, terminó tan vacía que parecía nueva (llena) o recién comprada para ser llenada. Fue cobrado hasta el impuesto, fue quitado hasta el último centímetro cúbico, pagó por algo guardado en algún recoveco de tu alma. Luego fue el turno de la jarra de jugo mágico y la platea no pudo hacer nada, solo reír, lo que mejor sabemos hacer.

No recuerdo el día, tampoco la ocasión. Solo recuerdo un par de lentes empañados por escurridiza gaseosa que fue interrumpida por un ataque de risa, en su camino hacia tu alocado estómago. La lección fue aprendida: nunca hacerte reír cuando estés tomando líquidos. Aquí entre nos, a mí me pasó más de una vez. No tuve la suerte de ser víctima de risas ajenas, más bien fui “multada” por mi general. Alégrate que nosotras solo reímos. Siempre reímos.

“… te fuiste de mi lado sin dejarme ninguna explicación. No te importó si yo comía o sufría o se partía en dos mi corazón… Yo pensé que solamente tú eras mío y yo te lo di todo, malagradecido…” Quien nos conoce a ambas y lea esto sabrá a qué me refiero. Quien no, se lo imaginará. Tu desilusión fue la primera, tu dolor fue mi coraje y tus lágrimas mi rencor. En el sufrimiento: hermanas.

No me importa tu ambigua relación con las fotos. Ese amor-odio que les tienes, a veces, me desquicia, pero como todo entre nosotras: pasa. No puedo recortarte si sales muy junto a mí. No puedo borrarte porque mi arcaico ordenador no tolera algún decente programa de fotografía. Lo que puedo hacer es taparte. Eso lo hago, digitalmente, bastante bien.

“[de] Los niños se enamoran es muy cierto…” dice Pedrito, MI Pedrito, Suárez-Vertiz. Y eso tú lo has demostrado científicamente. En eso somos mentes (y corazones) gemelas. Somos francotiradoras francamente abusivas. ¿Esto está penado por la ley? Porque nuestro ojo pone la bala… ¿o debería decir: el corazón? Besar a quien se ama no es pecado, dicen por ahí.

Inocencia. Pureza. Inexperiencia. Candidez. ALTO. Mentir es pecar. Sabes salir, sabes bailar y, sobre todo, sabes moverte cual odalisca en el más viejo arte “lingüístico” que la humanidad conozca. Por algo en tu chapa de LocaCola salió el número uno de entre ocho chapas de la
Industria Doble K.

“Ansío el momento de tenerte encima, quisiera estar adentro de tu cuerpo caníbal. Me encanta(ría) tocarte, quitarte la ropa, mirarte mientras bailas de lujuria es tu boca… A mi me gusta(ría) hacerte el amor no me interesa que se pierda tu inocencia vulgar…” Tan comentada y rajada invitación. Cándidamente confundimos la canción “Cinco letras” con una de ocho: "El parque". Pero seremos cándidas solo por segundos. A nosotras nadie nos engaña. Aún así, momento para el recuerdo.

Recuerdo que tienes debilidad por tus amigos. Los cuidas más que novia celosa y posesiva. Desde tus azoteas vigilas su andar y su despertar. Toleras a las enamoradas así como toleras un grano en el medio de tu frente. A más de una quisieras escogerlas a tu gusto y paciencia. Pero, para las íntimas, preparas el catálogo de temporada y no paras hasta provocar que yo saque mi cuchillo.

Tu alter ego se llama Abencia Menza, eres amiga de La Muñequita inflable y de la Angie Cepela del folklore, cantas con Sonia Molares, odias a Dina Pancha y amas a Alicia Delgada.

Y yo, si te digo que te quiero, miento. A las mejores amigas se les ama, porque son las hermanas que se escogen, las confidentes que se ganan y el soporte necesario para siempre saber que, si se llora o se cae, habrá alguien que seque tus lágrimas con un kleenex o alguien que te ayudará a ponerte de pie cuando no tengas fuerzas para hacerlo tú sola.

Gracias por aceptar mi “solicitud de amistad” hace más de diez años.


Y... ¡FELIZ VIGÉSIMO ALGO CUMPLEAÑOS!



Nota: Los nombres y fotografías fueron cambiados para proteger la identidad de las personas o imágenes involucradas. Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.