domingo, agosto 26, 2007

DÍA DE LA MADRE

Ellas también son mamás


“Madre, sinónimo de lealtad, responsabilidad, paciencia, ternura, delicadeza y amor” esta frase rezaba en la mayoría de las tarjetas hechas por nosotros mismos cuando chicos. “Madre mía tesoro inigualable” esta otra en boca de pequeños poetas. La pregunta es, ¿Qué exclaman las madres trabajadores ambulantes en estos días?. “¡Lleve su tarjeta a un sol!” “¡Lleve su girasol a dos soles!” “¡Chupetes, chupetes!”. Éstas y muchas más son las respuestas.

En un recorrido por la avenida San José, el Parque Principal y la avenida Balta, arterias comerciales de Chiclayo, ya no es grande la sorpresa al encontrar infinidad de comerciantes ambulantes; antes eran tan sólo hombres que laboraban para llevar el sustento a su hogar, ahora las mujeres se les unieron y éstas no descansan ni en el día de la Madre.

En el Parque Principal encontramos a “Esther”, ella tiene tres hijos, el menor de dos años se queda en la guardería hasta el medio día, mientras ella vende caña a cincuenta céntimos, de banca en banca bajo los potentes rayos solares. En el mismo perímetro “María” es su competencia, vendiendo gelatina de lunes a sábado para mantener a su pequeña de cinco años, a la que algunas veces lleva consigo.

En la esquina entre San José y Balta, “Liliana” vende pequeñas carteras a un nuevo sol mientras sus dos pequeños de diez y seis años son cuidados por su hermana. A metros de distancia, en la avenida Balta, doña “Juana” no mantiene a hijos pero tampoco la mantienen, sus seis hijas ya están casadas y ella tiene que vender porta documentos, adornos para celular, cordones para fotocheck y muchas cosas más para sobrevivir.

A medida que se avanza por la congestionada y famosa avenida Balta, el comercio ambulatorio va en aumento. Aquí mismo encontramos a “Rosa”, ella tiene cuarenta y un años y vende en las calles desde los dieciocho, mientras su pequeño de once años, como ella misma cuenta, “se queda solo en casa”. Vendiendo lapiceros, agendas y porta documentos esta madre soltera sale adelante.

En épocas de fechas especiales, los comerciantes abarrotan las calles con productos ligados a la celebración, vendiendo tarjetas, rosas y bolsas de regalo, una de estas vendedoras es “Natalia” madre de tres niños, quien recién desde principios de semana se afronta a una realidad oscura: el comercio ambulatorio. Ella deja a sus pequeños hijos con su cuñada y se aventura a comercializar en la calle, pero “tan solo por el día de la Madre”, la necesidad la obliga.

No muy lejos, parada desde las ocho de la mañana, está “Roxana” joven madre de un pequeño de tres años quien mientras su mami trabaja se queda con la bisabuelita. Ella comercializa pequeñas plantitas artificiales que vende a dos soles desde poco más de tres meses.

Otra joven madre es “Lili”, tiene dos hijitos, uno de seis y otro de tres años a quienes tiene que mantener, para esto los deja con su hermana mientras ella trabaja vendiendo variedad de accesorios para el teléfono celular. Su ‘vecina’ es “Camucha” madre de tres niños a quienes deja bajo el cuidado de su abuela. Esta trabajadora mujer labora desde hace cuatro años vendiendo artículos novedosos, los cuales cambian según la invención de otros comerciantes. Esta semana le toca vender ambientadores hasta el medio día, incluidos los domingos.

Un policía municipal se acerca interrumpiendo la charla entre la experimentada madre y la joven reportera, son estos uniformados los que infunden temor en los ambulantes quienes al verlos acercarse toman el camino contrario, huyendo. Pero apenas este sujeto se aleja, los comerciantes regresan a sus puestos atentos a su regreso.

Avanzando hacia el mercado Modelo, encuentro a doña “Hilda”, reacia a contestar las preguntas, pero amistosa ante un cliente. Ella vende chupetes helados aprovechando el calor que aún cubre a Chiclayo, cuando se le pregunta por su mejor venta tan sólo responde “setenta”. Pasa por nuestro lado “Juana” con una gran canasta de dulces y pancitos, ella viene desde el mercado Modelo vendiendo su producto y no para hasta que se le acabe.

En un rincón de la misma avenida Balta, sentada bajo la sombra está “Isaura” con su pequeño mostrador en el que ofrece king kong y dulces de manjar blanco. Ella es madre de tres pequeños a los que sólo ve por las tardes debido a su trabajo al que dedica la mayor parte de su tiempo.

Tomando como ruta la avenida San José, los comerciantes huyen ante una pregunta, sus temores se infundan en el constante seguimiento por parte de policías municipales y de la misma prensa, sólo “Milagros” se mostró sonriente ante mis inquietudes, ella vende aretes y accesorios de limpieza personal en esta avenida desde hace tres años, pero en otros lugares “casi toda” su vida.

Los ingresos de estas madres trabajadoras oscilan entre ocho y cuarenta soles diarios, sus ventas fluctúan de acuerdo a la disposición de aquellos compradores que pasan por su lado, la gran mayoría ignorándolas.

Esta es la realidad de mujeres trabajadoras que dejan las inhibiciones o vergüenzas de lado, todo a cambio de aquellos seres por los que realizan más de un sacrificio que a la larga será recompensado, aquellos seres que Dios tejió en sus vientres y que les retribuyen llamándolas “Mamá”.


((Jill Barón Rodríguez - Estudiante VIII ciclo Periodismo))
((Expresión Nº 514 - Chiclayo, del 10 al 17 de mayo del 2007))

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