lunes, marzo 26, 2007

UNA SOÑADORA CRÓNICA

Una vez escuché que alguien decía “En esta era los sueños están de más, hay que vivir de realidades”… pero ¿alguien dijo que las personas soñadoras se están extinguiendo?. Yo conozco a una soñadora crónica. “Los sueños están hechos con la misma tela de la vida” es su lema, Andrea sueña con un mundo mágico y utópico en donde la paz reine y de la guerra sólo perdure la historia.

Esto no quiere decir que no pise tierra y viva sólo en su burbuja de cristal, ella es conciente de la problemática social y de que el mundo necesita algo más que soñadores, “personas justas, responsables y dedicadas” haciendo alusión a los centenares de políticos corruptos que hoy en día abundan en cualquier parte del mundo.

A un año de graduarse como Periodista, Andrea Celeste, como acertadamente la llamaron, acertado, pues es una de las pocas personas orgullosas de sus dos nombres, ya tiene claro lo que quiere en la vida, aunque siempre lo tuvo “No me quedaré como periodista, quiero especializarme en dirección, esa fue la razón por la que empecé estudiando periodismo, porque aquí no había lo que realmente quería”, es cierto que el periodismo ocupó el lugar de aquella segunda opción que la mayoría de jóvenes tiene en cuanto a vocación profesional se refiere, pero “esto no quiero decir que no incursionaré en esta carrera, se que para comenzar lo haré, lo que aprendo me gusta, es una profesión muy amplia, uno tiene que saber de todo, pero si puedo estudiar lo que en verdad sueño, sería mucho mejor”.

Nacida en Lima hace veinte años y de padre marino, desde chica tuvo la disciplina como hermana, a parte claro, de Elizabeth (34) y Carola (27) sus confidentes y amigas, “hay cosas que sólo les cuento a mis hermanas, en especial a Eliza porque la otra vive en Lima, de todas maneras la relación con mi mamá es muy estrecha”, dos hombres más completan su familia, Italo (12) su sobrino, “mi sobrino es como mi hermanito chiquito” y Luís (25) su hermano, con el que en incontables ocasiones protagoniza sin fin de discusiones, las típicas entre hermanos que al final ‘si paso algo, no me acuerdo’, “con mi hermano peleamos por lo de siempre, por ver quien ayuda más en casa, por si dejamos algo fuera de lugar, lo típico, nos gritamos pero después nada pasó” dice con aquella sonrisa traviesa que la caracteriza, aunque es un hecho imposible de creer, que con aquella apariencia frágil discuta con un hombre más grande que ella.

Cuando se le pregunta acerca de alguna afición responde más de una, ver cualquier producción en donde trabajen Eduardo Santamarina y Susana González (pareja de actores mexicanos a quienes admira en demasía), recolectar información sobre los mencionados y dormir, “soy muy dormilona, muchas veces llego tarde a ciertos lugares porque me quedo dormida, es como mi droga” confiesa tímidamente con aquellos ojos dormilones que respaldan su confesión.
El color escarlata tiñe sus mejillas cuando se le insinúa acerca de un cuarto hombre en su vida, “hay chicos que me gustan, es lo normal, pero por ahora no me interesa comenzar una relación” dice muy segura, aunque luego se le escapa que el verdadero motivo es su papá “es increíblemente celoso, prefiere no saber nada antes de que le venga con la noticia de que estoy saliendo con alguien”, pero ella también pone alguna que otra traba en el asunto, busca alguien caballeroso, inteligente, cariñoso, amante del arte, tierno y, si se puede, alto; cualidades que no siempre llegan de la mano, pero no por eso imposibles.

Como toda persona posee un gran defecto, el suyo la impuntualidad, “lo reconozco, soy una tardona, se que es algo que tengo que cambiar, lo intento pero me gana, aunque ahora que hasta campaña salió, tengo que ponerme las pilas” dice entre risas refiriéndose a la campaña del gobierno denominada ‘Perú, la hora sin demora’. Aún así su frescura y franqueza hacen olvidar sus tardanzas, es una persona que si algo no le gusta lo dice, siempre respetuosamente claro está, aunque hay veces que opta por callar, “en casos extremos, cuando la persona es insoportable, callo” dice con un hilo de voz agudo, al parecer recordando alguna mala experiencia.


Tal como su nombre lo dice, el celeste es su color favorito, tanto así que apenas vio a una pequeña perrita con un ojo de ese color y el otro marrón la adoptó como su hija, con todos los derechos que esto conlleva. Bonita, como la llamó, es una Dálmata albina (con pocas manchas) de apenas 11 meses, “es como mi hija, come, juega y duerme conmigo” dice con un brillo en los ojos al recordar a su mascota, no hace falta preguntarle si la llevaría a la universidad en caso de permitírsele, el amor con el que habla acerca de su Bonita lo hace evidente.

Rosarina de corazón, asegura que su época de colegio fue la mejor de su vida, “tuve un millón de experiencias que no cambiaría por nada”, tiempo en el cual no sólo compartió vivencias con jovencitas de su edad, sino que aprendió el significado de la verdadera amistad, “hasta ahora tengo contacto con la gran mayoría de mi promoción” dice, teniendo en cuenta que no son pocas, ella asegura que siempre fueron unidas y fue eso lo que precisamente la ayudó a solidarizarse con cada acción que le parece justa.

Son pocas las veces que se le puede ver enojada, “no me enojo con facilidad” acepta, fiel a su lema de paz y amor, común en los años sesenta, pero también hoy, en esta chica de mirada soñadora y voz fresca, “siempre que grabo para radio bromean con mi voz, dicen que parece de niñita”, algo con lo
que aprendió a lidiar, pues en varias ocasiones la han confundido de tal manera, pero no necesariamente por la voz, “también me dicen que mi apariencia es de una quinceañera”.

De la boca de Celeste, como la llaman en casa, nunca saldrá alguna frase denigrante para el Perú, patriota de nacimiento, ama cada acierto de su país y no lo insulta por sus fracasos, de muestra la esperanza que mantiene hacia la selección peruana, “el Perú es grande, rico, sólo depende de la gente para crecer, felizmente poco a poco lo estamos consiguiendo”.
Andrea Celeste (cada vez que repito su nombre, recuerdo a una pequeña Andrea del Boca) ama el fútbol, tanto como a la comida italiana y odia el locro de zapallo tanto como a las personas hipócritas, egoistas y de doble personalidad, “la mentira me choca, no tolero a las personas que te sonríen y cuando te volteas te clavan un cuchillo en la espalda” acota sin necesidad de que se lo pregunte, son también aquellas personas egoistas y mal intencionadas las tachadas de su lista de amigos, lista que, si nos avalamos de su agenda del correo electrónico, llega a más de un ciento.

Quizá sea que Andrea Celeste quiera cantar junto a Roberto Carlos “yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar” aunque en su caso “poder soñar”.



((Ejercicio de entrevista a mi futura socia-Taller de Redacción II-2007))
((Fotografías propias))

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