sábado, junio 21, 2014

Creo en susurros



Yo no creo en coincidencias. 
Creo en susurros. 
Cuando yo era bebé, empecé a llamar a las cosas y personas con palabras bisílabas. 
Mi joven abuelita era 'pop-pi'. Pasaban los meses y mi sonido era más claro: 'poppi'.

La gente a mi alrededor empezó a copiarme y mi abuelita no era 'buelita', ni 'bela', ni 'nonna', ni ningún apelativo común. 
Empezó a ser conocida, por amigos y familia, como Poppy.

Muchos años después, un amigo casi hermano llegó a casa trayéndome el pack deluxe de 'Andrea Bocelli Under the desert sky' 
(cómo LJ regalaba todo lo que a él le regalaban es otra historia). 

Sabiendo que Bocelli es del gusto de mi Poppy la senté a mi lado para ver el dvd juntas. 
El vídeo comienza con un recorrido al desierto de Nevada hasta llegar a una laguna donde será el concierto, en ese recorrido se escucha a Bocelli cantando 'Amapola'. 

Recuerdo claramente que mi abuela, con la voz quebrada, me dijo: 
«Esa canción cantaba mi papá todas las mañanas, él tenía voz de tenor, cantaba lindo». 
Todos sabemos que ella fue la favorita del nonno y que, a pesar de los años, aún se quiebra al recordarlo.
Tres años después, preparando una clase, encontré una lámina con las flores y sus nombres en distintos idiomas. 
Ahí aparecía la amapola, con su vocablo en inglés: POPPY.
Esa flor que nombra la canción favorita de mi bisabuelo y que tanto gusta a mi abuela es el nombre con el que yo la bauticé sin saber decir más que ma-ma, wa-wa (agua) y la-lá (jabón). 

Yo no creo en las coincidencias. 
Creo en un susurro que me hizo llamarte así.

¡Feliz cumpleaños, lindísima amapola, será siempre mi amor tuyo solo! 


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