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3. LA INTRÉPIDA RESCATADORA.
La vida de Amy
Carmichael (1868 – 1951)
–Janet & Geoff Benge
La vida
de Amy estuvo marcada por una obediencia sencilla, resuelta a Dios, sin
importar las circunstancias ni las consecuencias. Su historia y su legado son
recordatorios asombrosos del impacto que provoca la persona que teme a Dios y a
ningún otro. Movida por el amor y la compasión, y sostenida por la fe y la
determinación, Amy desafió las crueles barreras del sistema de castas de la
India. La historia de esta mujer norirlandesa es un ejemplo resplandeciente,
deslumbrante, del amor de Dios, generosamente derramado sobre “los más pequeños
de entre nosotros”.
En 1882, Amy Camichael asistía a un internado de niñas de
buena familia, lugar desde donde siempre demostró esa chispa traviesa y
aventurera que ya guardaba dentro. En una ocasión las niñas sabían de la
llegada de un cometa, el que deseaban ver pasar por el cielo. Amy fue la
elegida para pedirle permiso a la directora pero esta no se los da puesto que
pasará muy tarde. Amy idea un plan para escaparse del dormitorio a la
medianoche, la directora las descubre y castiga a Amy. En noviembre de ese
mismo año ella y sus hermanos tienen que dejar sus colegios debido a que su
padre ya no tiene suficiente dinero por culpa de unos malos negocios. Por esta
razón se mudan a otra ciudad (Belfast). Al tiempo su padre muere y ella tiene
que cuidar de sus hermanos pequeños. En una ocasión ayudan a una pobre anciana
al salir de la iglesia. Amy oye la voz de Dios diciéndole: “Oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca… el fuego pondrá de manifiesto qué clase de
obra hizo cada uno. Si la obra que un hombre puso sobre un fundamento se
sostiene, recibirá su recompensa”. Amy no siente vergüenza de ayudar a la
anciana delante de la demás gente. Crea también el “Club Vigilia Matutina” que
reunía a los niños interesados en saber de Jesús todos los sábados en la
mañana. Con el padre de una amiga empieza a ir a los suburbios pobres a llevar
pan y folletos en esa ocasión ve a unas mujeres cubiertas por un chal conocidas
como “las del chal” quienes trabajaban doce horas en telares de lino, con ellas
inicia reuniones los domingos en la mañana en las instalaciones de la iglesia,
acción que a los feligreses no les gustó. Durante este tiempo se hace amiga de
Kate Mitchell (a quien la dejaría como presidenta tiempo después) quien dona el
dinero suficiente para comprar el terreno y construir el centro de reuniones
para las del chal, el que llaman “La Bienvenida” conocida por la gente como el
“Tabernáculo de Hojalata”. Su madre recibe una oferta de trabajo en Inglaterra
a donde se tienen que mudar Amy y Ethel, su hermana, con ella. Norman y Ernest
emigran a América del Norte, Walter luego iría a América del Sur, Alfred a
Canadá y Eva se queda con otros familiares. De esta manera los siete hermanos
se separarían.
En Inglaterra, Amy trabaja en junto a su madre pero no
acepta vivir con ella y Ethel en la casita que les daba la fábrica, más bien
alquila un cuarto en un barrio pobre para poder evangelizar en esas zonas. En
1890 cae enferma, tiene que cambiar de clima. Robert Wilson, amigo de la
familia, la invita a su mansión conocida como la Grange. Allí Amy mejoró y
ayudó a Wilson con reuniones evangelísticas, estudios de oración, conferencias,
entre otras cosas. Tras un año, recuerda a Hudson Taylor y su labor en la
Misión al Interior de la China a quien había oído hablar sobre los casi cuatro
mil chinos que morían cada hora sin escuchar el evangelio. En 1982 Amy se
incorpora a esta Misión pero el médico le dice que por su débil salud no podía
ir a China. Amy estaba segura de que otro sería el lugar a donde iría.
Amy regresa a la Grange con su padre adoptivo Robert
Wilson en donde siente el llamado a Japón. Wilson le escribe a Barclay Buxton para
pedirle que reciba a Amy. Ella llegó a Japón tras un viaje lleno de
incomodidades y tras un tifón que azotó las costas japonesas. Es recibida en
casa de unos misioneros en donde espera a quien Buxton había enviado por ella.
Con esta persona que la recoge, llega a Matsuye el 1 de mayo de 1893. Viviendo con
los Buxton tuvo una intérprete que le enseñaba el idioma. Decidió, también,
cambiar los trajes ingleses por los kimonos así la gente no se distraía con su
atuendo inglés. Amy visitaba Hirose donde habían convertidos pero también se
fue poniendo enferma. El médico diagnosticó que padecía de “Cabeza japonesa”.
Tras 15 meses en Japón partió a Shangai para recuperarse y ahí decidió ir a
Colombo, Ceilán. Una vez allí el médico le dijo que sufría de “fatiga cerebral”,
al mismo tiempo llegó una carta de William Wilson pidiéndole que regrese pues
su padre quería verla. Amy llegó un mes después a la Grange gravemente enferma
y allí permaneció haciendo compañía a Wilson quien mejoró con su presencia y la
animó a escribir un libro, el que tituló “Desde la tierra del sol naciente”.
Poco después una amiga, enfermera en Bangalore, India, la invita para allá. Amy
enrumbó hacia la India sin imaginar que sería su último viaje y que nunca
regresaría a Inglaterra.
Amy llegó a Madrás, India, en donde permaneció tres
semanas en casa del Sr. Arden, Secretario de la Sociedad Misionera de la
Iglesia. De ahí tomó el tren a Bangalore, pero llegó enferma al grado que fue
internada en el hospital al que fue a servir. En Bangalore, Amy experimentó el
desaliento de los otros misioneros ante lo difícil que era convertir a los
hindúes al cristianismo por causa de las castas que regía su sociedad. Amy
estaba decidida a pedirle a Dios que cambie esa situación. Los misioneros,
junto a Amy, se trasladaron a un poblado llamado Kotagiri para pasar allí las
vacaciones. Amy no entendía cómo estos trataban a los criados en vez de ser los
primeros que desistieran del “uso” de ellos. Amy creía que “haciéndose nativa”,
es decir, yendo a vivir con las familias nativas podría compartir el mensaje de
Dios. Un día de esos asistió a la conferencia de Thomas Walter, un joven de 36
años con un mensaje “electrizante”. Amy le confió su plan y él le hizo una
propuesta: mudarse con él y su esposa y así aprender el idioma tamil y trabajar
en la misión conjuntamente. Hasta ellos llegó una niña hindú, alegando querer
ser cristiana. Para salvarla de la furia de su casta, Amy llevó a la muchacha a
otro poblado con otra misionera, la que descubrió que todo había sido un
engaño, pues esta chica no quería ser cristiana si no ser llevada lejos por los
cristianos para poder casarse con un chico de otra casta. Este engaño no sería
el único con el que Amy se toparía en el resto de su vida.
En los años siguientes, llegaron donde Amy varias mujeres
más. Ponnammal fue la primera, era viuda de veintitrés años a quien su suegro
la trataba como a su criada, el pastor de la iglesia, Iyer Walker (como era
llamado Thomas) y Amy persuadieron al suegro para que dejara que la mujer trabajara
con Amy. Poco después llegó Sellamutthu de quien su familia se alegró de
deshacerse pues ella tenía solo un brazo y siempre sería una carga para ellos.
Llegó también Marial, a quien su esposo le dio permiso de colaborar con Amy,
cosa rara en un hombre indio, pero él también se les unió como cocinero. Así
formó un pequeño grupo, al que llamaron Grupo Estelar, de mujeres indias
dispuestas a abandonar sus tradiciones culturales y a predicar el mensaje del
evangelio. A menudo una mujer o un grupo de mujeres se acercaban y les hacían
preguntas. Luego se unió a ellas Blessing, también viuda. Era normal pagar a
los obreros un jornal diario (batta). Después de su primer viaje misionero, Amy
les pagó a las mujeres su batta pero estas se lo devolvieron alegando que no
necesitaban dinero y preferían que sea gastado en la obra de Dios.
En Lago Grande, la misión tenía una escuela, allí asistía
una niña que recibió una Biblia, la que leía y se hizo cristiana en secreto,
tres años después cuando terminó sus estudios se quedó en casa, una noche se
despertó y escapó para unirse al Grupo Estelar. Esto enfureció a sus padres
quienes la fueron a buscar. Como ya era mayor de edad (16 años) la niña
juramentó ante el guardián de la localidad que quería quedarse con Amy, a pesar
de la legalidad de su decisión sus familiares quemaron la casa del director de
la escuela y obligaron a los maestros a marcharse de Lago Grande. Una mañana el
grupo se hallaba en una aldea cuando una niña de once años se les acercó, se
llamaba Arulai, al escuchar a una de las mujeres decir “Yo era un león y Dios me
transformó en un cordero” supo
que este Dios le daría solución a su mal carácter, al volver a su casa y desde
ese momento siempre insistía en irse con la “ladrona
de niños”: Amy. De esta manera Amy se fue ganando la reputación de “Amma
(madre) arrebata niños”. Ocho meses después Arulai reapareció en casa de Amy en
Pannaivilai pero muy enferma, su padre fue para recogerla y al ver el amor que
ponía Amy en el cuidado de Arulai permitió que se quedara con ella aún hasta
después de su recuperación.
Para este momento, Amy ya había escrito su segundo libro
a pedido del comité de Keswick (el que la financiaba en India) pero la cruda
realidad de este no le pareció apropiado al comité por lo que le pidieron que
lo “suavice”, Amy se negó a hacerlo pues lo que había escrito era la triste,
pero también esperanzadora, realidad de la India por lo que lo archivó. Tiempo
desués de aquello, llegaron dos amigas suyas que al ver la realidad de las
castas indias le pidieron a Amy que escribiera todo aquello para que en
Inglaterra sepan lo que sucedía en la joya de la corona, como se llamaba a
India. Amy les mostró el manuscrito de “Las cosas como son” su libro otrora
rechazado. «Debieron
ser dos mujeres tenaces (estas dos amigas) porque, poco después de su regreso a
la metrópoli se publicó el libro … incluyendo algunas fotos que Ella (Crossley)
tomara durante su visita».
En marzo de 1902, Preena, una niña de siete años, que
vivía en el templo hindú de Lago Grande esperando tener edad para convertirse
en prostituta se escapó de este lugar en pos de Amma. Había oído de ella con el
fin de atemorizarla pero, al contrario, deseaba huir para que ella le de
refugio, no quería ser casada con un dios hindú. Al llegar a la iglesia se
encontró con una mujer cristiana que llevó a Preena a su casa para esperar que
amanezca y devolverla al templo hindú. Preena insistió toda la noche en ver a
Amma, la mujer cansada de la insistencia la llevó a la casa donde vivía el
Grupo Estelar que en ese momento creía de viaje. Allí encontraron a Amy. Preena
se abrazó a ella negándose a soltarse ante las mujeres del templo que llegaron
a llevársela, dijeron que volverían con la madre de la niña pero esta nunca se
apareció. Así recibió Amy una niña de siete años para cuidar y amar.
Amy no quería ser una madre con los pies atados, pero
para junio de 1902 ya era Amma de ocho niñitas. Contrario a lo que pensaba, sus
pies no estaban atados, las llevaba consigo a donde quiera que ella fuera.
Durante uno de estos viajes Arulai se enfermó de neumonía y Amy supo que debían
establecerse en un lugar fijo pues acampando al borde de los caminos tenían
mayor riesgo de sufrir robos o palizas. También necesitaban una casa más
grande.
En Dohnavur, los estudiantes de la Biblia necesitaban un
maestro permanente (le misionero encargado hasta ese momento había viajado, sin
retorno, a Australia), la Sociedad Misionera de la Iglesia le pidió a Iyer
Walker que se hiciera cargo. Él invitó a Amy y a todo el Grupo Estelar a
trasladarse con él y su esposa. Ellas se instalaron en la cabaña grande. En
noviembre de 1903, Iyer Walker tuvo que llevar a su esposa a Inglaterra para
que se recuperara de su grave enfermedad, dejando a Amy a cargo de todo el
ministerio.
Amy envió cartas por toda la India para decirles a los
pastores y misioneros cristianos que si rescataban a niñas de los templos, ella
les daría refugio. En 1904, llegó una recién nacida a quien llamó Amatista, la
siguió otra niña a quien llamaron Zafiro. Para junio Amy tenía diecisiete niñas
a su cargo, seis rescatadas de templos hindúes. «Lentamente, el Grupo Estelar llegó a comprender que el
verdadero amor significaba servir a otros, aunque estos fueran bebés que
lloraran de noche e hicieron travesuras de día».
En una ocasión, cuando había llevado a las niñas mayores
a Ooty (un poblado propicio para descansar), Amy sintió la necesidad de una
guardería. Al cabo de una hora llegó una carta con una donación que cubriría el
costo de los adobes. Y cuando llegó a casa la esperaba otro cheque “para la
guardería”. Todo esto sin habérselo contado aún a nadie. Con la construcción
avanzada, regresó Iyer Walker sin su esposa, la que aún mejorando no podía
viajar, pero con la madre de Amy. A pesar de contar con los consejos de su madre,
Amy perdió a Amatista y a otra niña recién llegada quienes se enfermaron y murieron.
Tuvieron que separar terreno para hacer un cementerio el que llamaron Jardín de
Dios. Tiempo después, Zafiro, la niña favorita de las demás, también murió.
Poco después, Amy tuvo que ser consolada de nuevo, su querido Robert Wilson
falleció el 19 de junio de 1905.
En marzo de 1909, Amy recibió a Muttamal, su madre la
dejó a su cuidado alegando que el abuelo de la niña quería casarla con un
anciano de la familia para que su herencia (de millones) no se perdiera. Amy se
enteró después que la madre de la niña eran igual de codiciosa, no quería que
esta se casara para quedarse ella con la herencia. Iyer Walker, al conocer la
historia, le dijo a Amy que era mejor protegerse legalmente hablando con el
magistrado de la localidad. Este le dijo que no había nada que él pudiera
hacer, pues la India tenía sus propios y extraños códigos que escapaban de la
política del imperio británico. Muttamal fue secuestrada por la familia de su
padre, su madre acudió al juez pero este le dio la custodia temporal a Amy. Luego
de un largo litigio, el juez regresó la custodia a la madre, la niña debía
volver con esta en unos días, y le ordenó a Amy correr con los gastos del
abogado contrario. Amy no sintió desesperanza. La noche que esperaba el tren
para reunirse con su abogado con quien apelarían, Iyer le avisó que Muttamal
había desaparecido de Dohnavur. Siete meses después, en octubre de 1911, recibió
una carta escrita por la niña, ahí le relataba cómo había podido huir,
disfrazada de musulmán, con ayuda de una cadena de cristianos la niña llegó a
Colombo, Ceilán. Luego otro inglés la llevó hasta Malaya, Singapur y Hong Kong.
La embarcó hasta Nanning, allí fue recibida por un matrimonio misionero
americano donde se hallaba segura y contenta.
Thomas “Iyer” Walker murió a fines de agosto de 1912, a los
cincuenta y dos años, envenenado. Amy se sintió aturdida, tenía que asimilar la
pérdida de su amigo querido y también encargarse de avisarle a su esposa, en
Inglaterra, quien seguía muy enferma. Al enterarse de la muerte de Walke, Agnes
y Edith Naish, hermanas misioneras, acudieron a la ayuda de Amy, aliviando así
la carga de atender la escuela de niñas. Las noticias tristes llegaron casi un
año después, el 14 de julio de 1913 murió la madre de Amy en Inglaterra. Y el
26 de agosto de 1915 murió Ponnammal, victima de un rebrote de cáncer.
En 1918, llegó el momento para Amy de aceptar niños
varones. Con la llegada de un pequeño envuelto en pañales que parecía una niña
y que al ser cambiado descubrieron que era un varoncito. Amy oró a Dios para
que le mostrara si era indicado edificar una guardería de niños. Sintió que
debía pedir a Dios la suma de cien libras para empezar a construir. El dinero
había llegado esa misma noche, según se enteraron a la mañana siguiente.
En 1926, ocho años después, llegaron a tener ochenta
niños de entre recién nacidos y catorce años. Amy oraba por la llegada de más
hombres que ayudaran con la tarea de cuidar a estos niños. De ese modo llegaron
los hermanos Murray y Godfrey Webb-People. El doctor Murray trabajaba en una
cabaña de adobe llamada suha vasal (Puerta de salud). Amy oró por el dinero
necesario para la construcción de un hospital, pero en vez de llegar dinero
para este fin llegaba destinado a una “Casa de Oración”. Dios le indicó que una
vez construida la casa de oración él proveería el dinero para el hospital. En
noviembre de 1927, se terminó por fin la casa de oración y en junio de 1928 se
empezó a recibir el dinero para el hospital, el que se construyó como Amy lo
tenía planeado.
Amy continuó escribiendo, le encantaba relatar las
historias de las personas que trabajaban con ella. Escribió dos libros: La vida
de Walker de Tinnenvelly y La vida de Ponnammal. En 1931, a los sesenta y tres
años, Amy sufrió una caída que la dejó con una pierna rota y un tobillo
torcido, además de problemas en la columna que a la larga la dejarían inválida.
Ni siquiera el estar en cama le impidió seguir escribiendo. Escribió la historia
de Dohnavur, libro que llamó “Cordón de oro”. Su pluma fluyó en montones de
canciones, poemas, cartas y otros treces
libros. Uno de ellos relata la historia de Arulai (“Bajo el arado”) la que
enfermó al mismo tiempo que Amy quedó inválida., muriendo en mayo de 1939.
Dios le había prometido, hace más de cincuenta años, que
aunque no se casara, nunca estaría sola. Nunca lo estuvo, fue la madre de
cientos de niñas y niños, y amiga para muchos. Se reencontró con sus “hijas” en
el cielo el 18 de enero de 1951. Amy Wilson Carmichael fue enterrada en el
Jardín de Dios, bajo un tamarindo en Dohnavur, su tumba no fue marcada con una
lápida tal como ella lo había pedido, pero su familia colocó una fuente para
pájaros con una palabra labrada: Amma.